Cuando Gustavo Cerati se recibió de solista

Un 28 de junio, 20 años atrás, Gustavo Cerati lanzó Bocanada: uno de los discos fundamentales no sólo de su obra, sino también de la música popular contemporánea de habla hispana. Si bien técnicamente se trataba de su segundo álbum solista, porque seis años antes había puesto a la venta Amor amarillo, en aquel tiempo él se refería a éste como “el primero”

Pese a los numerosos intentos por solventar sus conflictos internos, Soda Stereo anunció su separación en 1997 con una gira por el continente americano que culminó en cancha de River con el hoy célebre “Gracias totales”. A partir de ese momento, el cantautor gozaba de suficiente tiempo para pensar en su futuro. Quería hacer nuevamente algo por placer, como sucedió con los proyectos alternativos al trío: la primera etapa de Fricción, Colores santos (junto a Daniel Melero), y los laboratorios electrónicos Plan V y Ocio. Justamente, su compañía discográfica, Sony BMG (hoy Sony Music), temía que ahondara en esta última veta. Pero lo que el músico deseaba hacer era tomar distancia de la dinámica laboral de Soda.

“Gustavo salió de una forma de trabajo de tantos años, en la que tenía que consensuar, conceder, negociar ciertas estéticas o limitarse a lo que los otros integrantes podían dar, y de pronto se encontró con la absoluta libertad en un momento de su vida en la que disfrutaba de sus hijos pequeños, de una casa nueva y de un estudio que se hizo, donde nació el disco”, explica Tweety González, quien aportó teclados en “Beautiful” (de acá se desprende uno de los pasajes del rock argentino más tatuados: “Mereces lo que sueñas”), a partir de una invitación de Cerati para que conociera su estudio, Casa Submarina. “Adoraba hacer discos, era lo que más le gustaba en la vida. Se trataba de la primera vez en la que se sentía con un carrerón hecho, con una posición privilegiada en el mercado y sin remordimiento, que fue lo que pasó en Amor amarillo. Debido a que Soda Stereo venía una separación muy dura, necesitaba tomar distancia de ese pasado y establecerse como frontman. Así que Bocanada es el primer disco post Soda que tiene una actitud totalmente solista”.

Si bien González lo define como “íntimo”, por la circunstancia en la que fue grabado, Bocanada es, más allá del antecedente legado por Dynamo (1992), un disco que se debate entre lo analógico y lo digital. De hecho, Cerati, que había trabajado sin computadora hasta Amor amarillo, compuso el 60 por ciento del álbum gracias a instrumentos de última generación como la MPC (aparato que reproduce trozos musicales previamente grabados) o el Mutator. Aparatos tan fundamentales como la guitarra. “Gustavo siempre fue muy experimentador de las tecnologías”, asegura Eduardo Bergallo, ingeniero de grabación de Bocanada. “Se hacía con un software, o lo que sea, y se metía a fondo. Entonces exprimía hasta donde podía la capacidad de los programas o de los instrumentos. Mi rol, que estaba más sujeto a la consola, el grabador analógico y al ProTools, era tener todo sincronizado y funcionando perfecto para que no hubiera problemas. Sabiendo además que esas sesiones se tenían que ir a otro estudio fuera del país”.

Aunque a simple vista podía serlo, grabar el segundo álbum del ex Soda no fue complejo. O al menos eso revela Bergallo, quien en esas sesiones tuvo como segundo ingeniero a Eduardo Mackinlay y de asistente a Eduardo “Barakus” Iencenella. “Fue más que nada tener un sistema que es un híbrido. Con esto me refiero a trabajar con una máquina analógica de 24 canales, que la usábamos con Soda en la época de su estudio, Supersónico, pero con todas las secuencias y la parte Midi. A lo que le sumábamos poder registrar algunas cosas en ProTools”, recuerda el otrora ingeniero de monitores del trío, amén de responsable del diseño y la instalación del estudio en la casa ubicada en Vicente López (ahí se hizo, dos años más tarde, Mar, de Leo García). “La idea era expandir los 24 canales que teníamos en la parte analógica a algunos canales más en el dominio digital. Y como él llevaba adelante muy bien la preproducción de sus canciones, lo que hacíamos era reemplazarlas con nuevas calidades de sonido”.

Previamente al final de Soda, Cerati comenzó a demear. Sin embargo, a pesar de que se tomaron varios bosquejos de ese período, los temas aparecieron una vez que el músico se propuso a hacer un disco nuevo. Lo que lo obligó asimismo a crear una banda. Antes de que la formación quedara establecida por Leo García en sampler y coros, Martín Carrizo en batería y Fernando Nalé en bajo, Flavio Etcheto ya era no sólo amigo, sino también compañero de perillas del artista en el laboratorio electrónico Ocio, con el que editaron el álbum Medida universal (1999) y el EP Insular (2000). “Unos meses antes de que se subiera a la composición de Bocanada, me junté con Gustavo. Habíamos hecho Medida universal, y la interacción con él en ese trabajo nos hizo sentir muy a gusto, y le dio la confianza para decirme: ‘Te quiero al lado mío como coequiper’. Así que prácticamente estuve desde el minuto cero o incluso antes. Se compuso mucho, se hizo mucha preproducción, y se eligió a la banda. Pasaron muchos músicos por el estudio”.

Si a Leo García lo conoció de Avant Press, la historia de cómo Martín Carrizo llegó a ser parte de la banda de Cerati es fabulosa. “En el momento en que me estaba desvinculando de A.N.I.M.A.L., levanto la cabeza para ver qué sucedía alrededor, y me entero de que Soda Stereo ensayaba para su última gira. Ahí mismo comenzó mi sueño de tocar con Gustavo”, recuerda uno de los mejores bateristas nacionales del metal. “Los que verdaderamente me conocían sabían que mis raíces eran cien por cien del pop. Fue como volver a eso, pero potenciado por A.N.I.M.A.L. En un determinado momento me lo crucé en un estudio, y le manifesté mis ganas de tocar con él”. Una vez en el combo, el músico se tornó en un gran soporte. “Se vio desbordado, y dijo: ‘Necesito que alguien se haga cargo de las máquinas’, y ahí, desde atrás de mi batería, levanté la mano. A los diez minutos, tenía armada la NASA. El show estaba lleno de secuencias que volaban por atrás nuestro, complementándose con lo que tocábamos nosotros, armando esas atmósferas únicas que lo caracterizaban”.

¿A qué se debe que los músicos de la banda fueran más jóvenes que su líder? Tweety tiene la respuesta: “No creo que haya sido premeditado. Si sus músicos eran más jóvenes fue porque sintonizaban con él. Era muy simplista pensar cualquier cosa fuera de eso. Lo que me parece más bien es que sus contemporáneos no tenían las mismas afinidades estéticas. La juventud de Gustavo, y de todo aquel que se jacte de ser artista, radica en estar actualizado con nuevos sonidos y movidas culturales. No era una cosa de pendeviejo. Al revés. Los pibes jóvenes se juntan con los viejos para absorber data”. A lo que Etcheto, quien fue coautor de varias canciones del álbum, agrega: “Esa época todo era pura magia. En esa formación nos llevamos de una manera divina. Y luego, en la banda que se armó para el disco Siempre es hoy (2002), a la que se sumó Leandro Fresco, fue una experiencia hermosa. La supimos entender, y la disfrutamos. Nunca vas a encontrar a ningún músico de Gustavo que la haya pasado mal”.

Quince tracks integran el repertorio de Bocanada, que originalmente salió en CD y casete, y que en setiembre de 2015 fue reeditado por primera vez en vinilo, y doble, junto con el resto de su discografía. “El disco es relativamente largo, pero para la época tiene una duración normal. Cada vez más se aprovechaba la cantidad de tiempo que podía entrar en un CD”, acota Eduardo Bergallo. “El máximo lo alcanza en Siempre es hoy, donde tiene todavía más canciones”. Etcheto, conocido en esa época como “Flavius”, repasa: “La composición de ese disco se completó en la mezcla, que la fuimos a hacer a Londres; muchas de las letras las terminamos de armar en el departamento durante las horas libres que nos dejaba el estudio. Estuvimos 22 días. Lo más arduo que recuerdo fue llevar las cintas, que son pesadísimas, porque fue grabado en cintas de 24 canales. Viajamos tres, y cada uno llevaba una. Pesarían 10 kilos por unidad. Una bestialidad. La nota de color fue cargar con muchos kilos de música de esa manera”.

A pesar de que ostenta un sonido moderno que refleja la banda de sonido de la segunda mitad de los noventa, con el trip hop, la electrónica, el revival del easy listening y la neopsicodelia como géneros estelares, Cerati parte de sus influencias setentosas para la construcción de Bocanada. “Gustavo pone el foco ahí, y así hace Bocanada”, afirma el periodista Pablo Schanton. “Una tarde me hizo oír el loop de Focus (se refiere a “Eruption”), que ya lo tenía cortado y pegado con un beat trip hop improvisado que él le había superpuesto. El disco Moving Waves (1970) lo tenía en vinilo, que era parte de la colección de su adolescencia”. Tweety reflexiona sobre un trabajo en el que el artista tributa igualmente a uno de sus héroes, David Bowie, en el tema “Paseo inmoral”. “Gustavo sumaba, él no descartaba nada. Podías hablar de música de cualquier década, conocía todo e iba creando capas de esas eras musicales. Siempre priorizaba lo que estaba escuchando en ese momento, pero era algo natural. No era un método de trabajo.”

Además de Focus, el disco incluye samples de temas de Elvis Presley, Gary Glitter, Los Jaivas, Electric Light Orchestra y Steve Miller Band. En “Verbo carne”, que cuenta con uno de los arreglos de Alejandro Terán que hizo para que fueran tocados en los estudios Abbey Road por The London Session Orchestra, está un trocito de “Feel”, de The Verve. “No fui creador de todos los samples”, se sincera Etcheto. “Con Gustavo hicimos muchísimos. El manejaba la tecnología, y estábamos a la par. Metí mis colores”. En lo que también Cerati estableció camaraderías fue en la composición de las letras, donde, aparte de Etcheto, figuran Francisco Bochatón y Pablo Chaijale (álter ego de Pablo Schanton), quien ayudó a darle forma a la canción que titula al álbum. “Bocanada se hizo paralelo a la transición de Vital y Mar (en sendos discos de Leo García, el periodista participó en el rol de compositor), y en el medio aparece ‘Morrissey'”, apunta. “Lo que no quería es que se mezclaran ambos oficios, por lo que apelé a llamarme así”.

No obstante, Schanton no deja de sorprenderse por la impronta tan personal que tomó la canción de la que es coautor. “Pensé en una situación como sacada de una pintura de Edward Hopper: esa pareja que fuma sin hablarse, en una mesa, uno frente al otro, a media luz. No pensé en el rock, pensé en ‘Los Mareados’, en ‘Sabor a nada’ de Palito Ortega, en un bolero para la era DJ Shadow. Siempre me impresionó la inmediatez con que Gustavo adoptó la letra que le di como propia, al extremo de cederle su nombre al disco. Se ve que empaticé. Sólo recuerdo cómo me quedó grabado el loop en la cabeza, cómo subí unas escaleras que unían su estudio de grabación de Vicente López”, rescata el periodista acerca de un tema que no se convirtió en corte promocional del disco, a diferencia de “Raíz”, “Puente”, “Paseo inmoral”, “Tabú”, “Engaña” y “Río Babel”. “Él la puso en métrica, le agregó versos, palabras y así quedó la canción. Yo nunca hubiera escrito la frase ‘distante placer’, pero creo que hizo una canción inmejorable, ceratiana”.

Bocanada es un disco que expresa melancolía, euforia y profundidad. Y esta colección de emociones la registraron tanto Alejandro Ros en el arte del disco (si bien las fotos del álbum fueron de Gaby Herbstein, las promocionales estuvieron a cargo de Nora Lezano) como Oscar Fernández en la estética del músico. “Nos conocimos cuando se separó Soda, y hablábamos mucho de cómo presentarse en solitario, porque quería hacer algo diferente”, rememora el director creativo de Roho y estilista de esa etapa. “Y lo hermoso de ese momento es que él estaba con mucho entusiasmo. Era una cuestión nueva de saber qué iba a pasar, y a donde ir con el look del disco. Dejamos los rulos más largos, una situación más cuidada. Tenía cierta sofisticación que es consecuente con el álbum”. Y eso serviría de puente entre la banda de sonido de la cinta + Bien (2001), coprotagonizada por él, y los 11 episodios sinfónicos (2001). “Ahí le corté el pelo cortito. Era un cambio estratégico en el que se decía que era un ‘principito’, por el traje que hizo Pablo Ramírez”.

Mientras Fernández hace énfasis en el buen humor de un Cerati a punto de cumplir 40 años, a pocos meses de la salida del disco, y celebrados en su casa de Vicente López, Etcheto redime la importancia de la concepción de Bocanada, que dejó algunas ideas para otro proyecto que llevaron adelante juntos: Roken. “Es el disco post Soda que le da un lugar a Gustavo entre los grandes solistas del rock argentino. Tiene una calidad excepcional, al igual que una gran inspiración”, precisa su mano derecha en ese trabajo, cuyos recitales, al menos en Buenos Aires, incluyeron un sinnúmero de Gran Rex, y, para el cierre, algunos Obras futuristas con Café Tacvba en calidad de acto de apertura. “Había un poco de nostalgia. O más bien de fanatismo. Pedían temas de Soda, y estábamos haciendo el disco. Pero dimos versiones para calmar las ansiedades, y Gustavo pudo manejar muy bien hacia dónde quería ir, y planteó sus siguientes álbumes a partir de ese disco. No fue algo común que uno se pueda esperar de un cantante tan popular. Se hizo entender.”

A contramano del calendario musical argentino, Benito Cerati, vástago del icono del rock argentino, estrenó en vivo Unisex (2018), el más reciente disco de su proyecto Zero Kill, en el verano local. Lo que le permitió exponerse de tal manera que fue posible entender el impacto de su padre en su novel obra, especialmente el de Bocanada, cuya edición coincidió en 1999 con discos emblemáticos como Honestidad brutal, de Andrés Calamaro, y Especial, de Viejas Locas. Al punto de que es el artista que mejor supo entender el legado de su progenitor. “Estaba escuchando mucho Bocanada en ese momento”, comparte el músico acerca de un trabajo que tiene en los videos de “Paseo inmoral”, de Picky Tallarico, y “Puente”, de Andrés Fogwill, sus referentes en ese formato. “Representa mi infancia, los años cruciales en la vida de un niño. No sé qué cosas inconscientes me dejó, pero mucho de lo que me gusta tiene que ver con cuando se estaba armando en casa. Como piedra fundacional de mi obra, es fundamental para mí. Todo lo aprendí en esa época”.

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