Merkel, “una de las mujeres más odiada de Grecia”, cierra en Atenas un difícil capítulo de la relación entre ambos países

El primer ministro Mitsotakis afirma durante su encuentro con la canciller que la “austeridad fue más allá de lo que la sociedad griega podía aguantar”

 

 

La canciller alemana, Angela Merkel, subrayó este viernes los “altibajos” de las relaciones greco-alemanas, en su último viaje oficial a Grecia que viene a cerrar un capítulo tormentoso de la historia entre los dos países por la crisis de la deuda griega.

“Lo que nos ha dado fuerzas durante este período es que siempre hemos tenido la sensación de estar juntos”, declaró la canciller saliente durante su encuentro con la presidenta de la República Helénica, Katerina Sakellaropoulou.

Las relaciones greco-alemanas “han conocido altibajos, pero se basan en cimientos sólidos”, agregó Merkel, que aterrizó el jueves en Grecia por invitación del primer ministro Kyriakos Mitsotakis, como despedida tras 16 años al frente del gobierno germano.

Considerada como “una de las mujeres más odiadas de Grecia”, según llegó a decir el tabloide alemán Bild, Merkel reconoció en septiembre que “el momento más difícil de mi mandato fue cuando pedí tanto de Grecia”.

A su lado, este viernes, la jefa de Estado helena destacó que “Grecia había sido llamada a pagar un alto tributo” durante la crisis de la deuda.

Por su parte, el primer ministro Mitsotakis, con quien Merkel se reunió luego, dijo la semana pasada en Bruselas que “la austeridad fue más allá de lo que la sociedad griega podía aguantar”.

A partir de 2010, la canciller reclamó al entonces primer ministro, el socialista Yorgos Papandréu, medidas de austeridad para recortar el déficit público. Desde entonces, entre los griegos se ve a Merkel como la “dama de hierro” de Europa.

Con su entonces ministro de Finanzas, Wolfgang Schäuble, Merkel exigió a Atenas dolorosos recortes presupuestarios y fuertes aumentos de impuestos a cambio de tres planes de rescate de más de 300.000 millones de euros (370.000 millones de dólares).

Las pensiones se recortaron y el salario mínimo mensual cayó a unos 500 euros (585 dólares) a la par que se ponía en marcha una ola de privatizaciones, especialmente en la sanidad, cuyos hospitales trabajaban con plantillas escasas y falta de medicamentos y material.

En el punto álgido de la crisis en 2012, Merkel fue recibida en Atenas por manifestantes que lucían carteles con la esvástica nazi o caricaturas de ella como si fuera Hitler.

 

Sólo el 30% tiene buena opinión de ella

La elección del líder de izquierda radical Alexis Tsipras en enero de 2015 llevó a un verdadero pulso entre Berlín y Atenas.

El primer ministro griego quiso romper los acuerdos e invitó a Merkel a irse a casa. Grecia estaba amenazada con ser excluida de la zona euro aunque, finalmente, cedió a la presión de sus acreedores y aceptó nuevas medidas de austeridad. Ese recuerdo todavía causa mella en la imagen de Merkel.

Un sondeo de Pew Research en 16 países indicó que solo un 30% de los griegos le guardan estima, contra una media del 77% en las otras naciones consultadas.

Para Alexander Kritikos, miembro del Instituto de Investigación Económica alemán (DIW), “la visita final de Merkel a Atenas es una importante señal que indica que los años tan difíciles de la crisis económica en Grecia están camino de concluir con éxito”.

En la agenda de los encuentros del viernes están la crisis energética en Europa y la lucha contra la pandemia, apuntó una fuente gubernamental griega. También las relaciones con Turquía, la migración y la situación en Libia.

Los dirigentes en Atenas confían en que el sucesor de la canciller no sea tan conciliador como ella con el presidente turco Recep Tayyip Erdogan.

Hay cuestiones espinosas sobre la mesa, como la exploración de gas de Turquía en una zona reclamada por Grecia en el este del Mediterráneo, el largo conflicto sobre la dividida isla de Chipre o el despliegue en agosto de 2020 de un buque turco de investigación sísmica en aguas en disputa.

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