La oposición prepara una mega sesión para el 30 antes de que comience la campaña electoral

El objetivo es tratar la emergencia pediátrica en el Hospital Garrahan y el presupuesto universitario. Martín Menem y la estrategia de tener paralizado el Congreso hasta el 11 de diciembre. El efecto de la campaña electoral

 

 

La oposición está enfrascada en una carrera contra el tiempo. Tiene hasta el inicio de la campaña nacional para poder continuar con las embestidas al Gobierno: necesita aprovechar la antipatía de los aliados con Javier Milei antes de que Guillermo Francos empiece a ordenar, uno por uno, a los gobernadores más expectantes de pintarse de violeta. Tienen una última bala, antes de que comience la pelea por el veto a los jubilados, y es la emergencia en el Hospital Garrahan. Y buscarán dispararla el próximo miércoles 30, en una mega sesión opositora.

El Congreso, en estos días de receso invernal, es un desierto. Los diputados están en sus provincias y, los que viven en el AMBA, solo tienen ojos para la elección bonaerense, que no dejó espacio político sin heridos. Martín Menem es el principal beneficiado de esta parálisis y pretende extenderla lo más posible –hasta el 11 de diciembre si es posible–, y se vale del buen vínculo que aprendió a tejer con varios diputados opositores para convencerlos de patear para más adelante su sed de sangre.

Para el riojano no fueron gratis las últimas embestidas opositoras. Si bien no cobró al nivel de Victoria Villarruel -quien, desde que habilitó la sesión opositora en el Senado que sancionó el aumento a jubilados, no para de recibir munición cada vez más intensa por parte del mileísmo-, Menem no salió ileso de las últimas derrotas oficialistas. En Casa Rosada fluyen los pases de factura por la mala praxis legislativa, aunque quedaron relegados a un segundo lugar tras el cierre de listas bonaerenses (que dejó otra camada de pases de factura).

Menem sabe que, cada vez que abre la Cámara de Diputados, hay problemas. Y muchos de ellos lo terminan afectando directamente. No solo por su responsabilidad institucional como ariete de contención de la voracidad opositora, sino también por su vinculación personal con muchos de los escándalos que vienen salpicando al Gobierno. Uno es el caso $LIBRA, en el que la oposición está convencida que el riojano cumplió un rol estelar y espera a que la Justicia investigue.

Después, en paralelo, está el escándalo por la filtración de que el Banco Nación había preadjudicado con un contrato de casi $4.000 millones a Tech Security, una empresa vinculada a la familia Menem. Si bien los hermanos Menem leyeron la difusión del contrato como una operación con sello de Santiago Caputo, la oposición también está siguiendo con atención el caso. Y está evaluando cómo sacar tajada a la interna libertaria. Ya sea con Menem o con el propio Caputo, quien es protagonista de una novela de espías que el Congreso, a través de la Bicameral de Inteligencia, también está siguiendo con atención: la causa de las valijas sin control aduanero que salpica al ex espía Leonardo Scatturice.

En este escenario, el oficialismo necesita ganar tiempo. Y lo logra, muchas veces, a través del coqueteo con el grupo de gobernadores más afines que están deseosos de cerrar una alianza electoral con La Libertad Avanza en sus provincias. Es el caso de Rogelio Frigerio (Entre Ríos), Alfredo Cornejo (Mendoza) y Leandro Zdero (Chaco): tres gobernadores que están a punto de firmar un acuerdo con Karina Milei para las elecciones nacionales.

A pesar de que, a veces, las negociaciones se asemejan a provocaciones. A Cornejo, por ejemplo, le admitieron que pusiera a un radical como primer candidato a diputado nacional, pero con una condición: ese candidato tenía que ser Luis Petri, el ministro de Defensa de Milei y quien le está disputando internamente a Cornejo el control de la provincia.

 

Acelerar los tiempos

Si el Gobierno necesita ganar tiempo, la oposición, sabe, necesita hacer lo contrario: apurar los tiempos antes de que todos los indignados del último par de meses –que incluye desde gobernadores que se volvieron díscolos, como el cordobés Martín Llaryora, o los radicales “con peluca” que desplazaron de los cierres provinciales y aseguran que nunca más los llamaron– terminen abrazándose a las fuerzas del cielo. “Antes de que nos los den vuelta con un cordón cuneta”, grafican, con ironía, los armadores opositores de Diputados.

El bloque peronista que comanda Germán Martínez viene presionando para sesionar el 30 de julio con un temario que incluya la emergencia en el Hospital Garrahan, la actualización del presupuesto universitario y el rechazo a varios decretos delegados. Necesita, primero, asegurarse que esté el quórum: el escenario es complicado porque la mayoría de las provincias estarán todavía de vacaciones de invierno y es difícil, muchas veces, asegurarse de que todos los diputados se aseguren de viajar. Y, en la Cámara de Diputados, el quórum se suele definir por dos o tres diputados: no mucho más.

Puertas adentro, sin embargo, en el peronismo se quejan de que son los otros bloques –el radicalismo díscolo de Democracia Para Siempre y el pichettismo de Encuentro Federal– quienes no se definen a convocar. “Algunos creen que la cercanía a los cierres provinciales puede ayudar a que se aprueben los temas. Son más tiempistas”, masculla un diputado de Unión por la Patria.

En el pichettismo, sin embargo, también están haciendo números y se muestran confiados de poder sesionar la semana que viene. La duda, como siempre, está en el juego que harán los gobernadores: nadie confía nunca en los gobernadores. Sospechan, pese a todo, que estará el número para poder sesionar: cuentan con que la agenda de emergencia pediátrica en el Garrahan sea lo suficientemente sensible como para actuar como incentivo –o mecanismo de presión– para los que juegan a poner en duda su presencia hasta último momento. Es el caso de los cordobeses, pero también de algunos macristas y radicales.

El objetivo, en este caso, sería anticiparse al veto de Milei al aumento de las jubilaciones con dos nuevas leyes opositoras más. Una demostración de fuerza en la previa del veto, que se especula que saldrá los primeros días de agosto, para prepararse para la batalla final. Y allí es cuando utilizarán su última carta: los proyectos de los gobernadores.

El objetivo de la oposición es utilizar, como se hizo en el Senado, los proyectos de los gobernadores destinados a fondear sus provincias como una zanahoria para los proyectos sociales. Ya se lo advirtieron a los gobernadores que ya están pidiendo avanzar con sus iniciativas, pero no las otras: si quieren fondos para las provincias, tienen que acompañar los fondos para el Garrahan.

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