La Secretaría de Educación presentó los resultados de la prueba Aprender Alfabetización. A nivel nacional, 3 de cada 10 alumnos están “rezagados” en sus habilidades lectoras. En qué provincias se registraron los mejores y los peores desempeños
La prueba Aprender Alfabetización evaluó a una muestra representativa de 91.042 alumnos de tercer grado en 4.178 escuelas de todo el país.
Al terminar el primer ciclo de primaria, enfocado de manera prioritaria en la alfabetización, menos de la mitad de los alumnos –el 45%– alcanza el nivel esperado de lectura.
Así lo muestran los datos de la prueba Aprender Alfabetización, que se tomó en noviembre de 2024 a una muestra representativa de 91.042 estudiantes de tercer tercer grado en 4.178 escuelas de todo el país. La Secretaría de Educación acaba de presentar los resultados, que arrojan que un 24,5% de los estudiantes se encuentra “en proceso” de alcanzar el nivel esperado y que 3 de cada 10 (30,5%) están “significativamente rezagados”.
No es posible saber si los resultados marcan una mejora o un deterioro, porque –pese a lo anunciado inicialmente– no son comparables con la edición anterior de la prueba Aprender que se había tomado en tercer grado en 2016. Desde el Gobierno explicaron que los datos marcan una nueva “línea de base” que servirá para orientar los planes de alfabetización que están implementando las provincias y la Nación: la idea es que en 2026 se tome una segunda edición de esta prueba para, entonces sí, poder evaluar si hubo avances o retrocesos en los aprendizajes.
La nueva prueba Aprender presenta sus resultados en seis niveles de desempeño (tradicionalmente eran cuatro), con el objetivo de “diagnosticar las habilidades lectoras” de los estudiantes al terminar el primer ciclo de primaria. El nivel más bajo es el de los “lectores incipientes”: alumnos que respondieron menos del 50% de las preguntas de la prueba (y que antes no se consideraban en los resultados). Estos estudiantes –un 3,3% del total– recién se inician en la lectura de oraciones y solo pueden leer palabras con soporte de imagen (por ejemplo, leer la palabra “pato”… si tienen al lado la foto de un pato).
Luego, en el nivel 1 quedan los alumnos que se están iniciando en la lectura de textos simples y solo pueden extraer información explícita: son un 8,3%. En el nivel 2 se ubican los que comprenden textos simples de forma mayormente literal (18,8%), y son capaces de localizar información no central, así como establecer relaciones de semejanza y diferencia entre un texto y otros.
La suma de estos tres niveles indica que 3 de cada 10 estudiantes argentinos de primaria quedan por debajo del nivel esperado de lectura, después de al menos cinco años de escolaridad obligatoria (de sala de 4 a tercer grado). En su análisis de los resultados, desde el Observatorio de Argentinos por la Educación consideraron que 1 de cada 10 estudiantes argentinos de tercer grado “no sabe leer”.
Uno de cada cuatro estudiantes (24,5%) se ubicó en el nivel 3 de desempeño, que representa una zona intermedia: son alumnos que están “en proceso”, según la presentación oficial. Este grupo comprende textos complejos (de mediana extensión) de forma literal y se está iniciando en la lectura inferencial (la que implica reponer información no explícita). Por ejemplo, pueden deducir el uso de una palabra cuyo significado está sugerido por el contexto lingüístico.
Un porcentaje similar de estudiantes (26,4%) se ubicó en el nivel 4: son capaces de comprender textos complejos de forma “literal, inferencial y reflexiva”. Finalmente, el desempeño más destacado es el del nivel 5 (18,7%), en el que se ubican los estudiantes además pueden establecer inferencias complejas.
Al presentar los resultados, desde la Secretaría de Educación señalaron que aún falta consensuar a nivel federal cuál sería el nivel “esperable” para tercer grado. Por lo pronto, las conclusiones presentadas sugieren que el nivel adecuado sería el de quienes llegan a los niveles 4 y 5, que suman un 45%. Actualmente los Núcleos de Aprendizajes Prioritarios (NAP), que definen los contenidos mínimos que deben aprenderse en cada año escolar en todo el país, aluden a la “comprensión” de textos narrativos, descriptivos, explicativos y poéticos en tercer grado, sin desagregar con mayor precisión qué implica “comprender”.
Como sucede con todas las pruebas Aprender, los resultados de aprendizaje se asocian fuertemente con el nivel socioeconómico (NSE). En este caso, la prueba midió el NSE de las escuelas, no de los alumnos. En el quintil más bajo (las escuelas más pobres), solo 1 de cada 3 estudiantes (32%) alcanza el nivel esperado de lectura. En el otro extremo, en el quintil más alto, la cifra asciende a más del doble: 66,8%. A la vez, entre los alumnos más favorecidos del país, 1 de cada 10 (12,3%) queda por debajo del umbral mínimo: no llegan al nivel 3 de desempeño. Entre los menos favorecidos, son 4 de cada 10 (44,4%) quienes no alcanzan ese nivel.
La brecha socioeconómica también se observa al comparar los resultados de las escuelas estatales con las privadas (que, en promedio, suelen tener un NSE mayor). En el sector estatal, alcanza el nivel esperado de lectura el 39% de los estudiantes, mientras que en el sector privado la cifra es mucho mayor: 62,4% (23,4 puntos de diferencia).
En cambio, no aparecen grandes diferencias entre las escuelas rurales y las urbanas. En las rurales, el 43,3% de los alumnos alcanza los niveles 4 y 5 de desempeño en lectura. En las urbanas, la cifra es 45,2%.
Las diferencias entre provincias
La prueba Aprender Alfabetización se inscribe dentro del Compromiso Federal por la Alfabetización, una iniciativa que las provincias y la Nación acordaron en 2024 y que incluyó el diseño de 24 planes de alfabetización provinciales y un plan nacional. En abril de este año, antes de conocer estos resultados, el Consejo Federal de Educación aprobó de manera “unánime” los planes de alfabetización para 2025. Los nuevos datos, que buscan trazar un diagnóstico para orientar las políticas de alfabetización, podrían servir para reorientar esos planes –o, al menos, para que la Nación y las provincias los tengan en cuenta al diseñar sus planes para 2026–.
En sus planes de alfabetización, varias provincias optaron expresamente por un determinado método de enseñanza de la lectura y la escritura (aunque, como suelen señalar los expertos, eso no garantiza que ese método se aplique en todas las aulas). Los resultados de Aprender presentados por la Secretaría de Educación de la Nación muestran grandes asimetrías entre las provincias, pero esas diferencias no parecen estar relacionadas con los métodos adoptados: provincias que declaran aplicar métodos similares logran resultados muy diversos.
Según el informe nacional, los mejores niveles de desempeño están en Formosa, donde el 63,6% de los estudiantes alcanza el nivel esperado en lectura. Allí el 37% de los alumnos se ubicó en el nivel más alto (el 5), muy lejos de los parámetros del resto de las provincias (que en su mayoría no superaron el 20%). El plan de alfabetización de Formosa se orienta al constructivismo, con énfasis en la educación intercultural bilingüe.
En segundo lugar se ubica Córdoba, donde el 58,8% de los alumnos alcanza los niveles esperados (el 29,6% se ubicó en el nivel 5). Allí la política provincial –el “Compromiso Alfabetizador”– se diseñó sobre la base de los programas de alfabetización implementados durante la última década.
En tercer lugar queda CABA, donde el 55,5% de los alumnos alcanza el desempeño esperado en lectura (niveles 4 y 5). Esos alumnos se alfabetizaron con el viejo diseño curricular de primaria, que adoptaba una perspectiva más inclinada hacia el método global o constructivista, según lo ha planteado el propio Gobierno porteño –que, a partir de este año, implementó un nuevo diseño curricular y reorientó la enseñanza hacia el método “estructurado”, basado en la conciencia fonológica, es decir, en las correspondencias entre letras y sonidos–.
En Mendoza, que viene trabajando desde hace varios años de manera consistente con el método “estructurado”, el 44,1% de los alumnos alcanzaron los desempeños esperados. Es una cifra similar a la de provincia de Buenos Aires (43,7%) e inferior a la de La Pampa (49,6%), provincias que adoptaron explícitamente métodos más constructivistas –al menos en sus planes: eso no impide que los docentes estén apelando a otras estrategias–. En Santa Fe, alcanza el nivel esperado el 41,4% de los alumnos.
Los peores niveles de desempeño se registran en la provincia vecina a Formosa: en Chaco, apenas 1 de cada 3 estudiantes (34,2%) alcanza el nivel esperado. En una situación similar quedan San Juan (37%) y Misiones (38%). En cambio, Santiago del Estero supera a varias provincias con NSE parecido o incluso más alto: allí el 47% de los alumnos alcanza el nivel esperado, según los datos oficiales.
La importancia de los libros
Los resultados de Aprender Alfabetización fueron anticipados a la prensa por la subsecretaria de información y evaluación educativa, María Cortelezzi, junto con Florencia Sourrouille, directora nacional de análisis estratégico de datos y difusión de la información educativa, y Magdalena Benvenuto, directora nacional de evaluación, información y estadística educativa.
Las funcionarias nacionales destacaron los altos niveles de participación en la prueba: el 86,9% de los alumnos y el 97,4% de las escuelas previstas participaron de la prueba. Son las cifras de participación más altas desde que se implementa el operativo, señalaron. Como ha sucedido en ediciones anteriores, la única provincia que no alcanzó un umbral mínimo de participación fue Neuquén: allí solo el 34% de los estudiantes respondieron la prueba (y, por lo tanto, sus resultados pueden no ser representativos de la realidad provincial).
Las funcionarias detallaron las principales “mejoras metodológicas” con respecto a Aprender 2016, que por ejemplo había incluido en sus consignas solo textos “largos” (de más de 350 palabras), mientras que Aprender 2024 incluyó también textos medios y cortos, oraciones breves y lectura de palabras con soporte de imagen, para poder desagregar con mayor precisión lo que pueden hacer los alumnos, especialmente en los niveles más bajos de desempeño. Estas diferencias –de diseño y de implementación de la prueba– explican por qué no se pueden comparar los nuevos resultados con los anteriores, señalaron.
También anticiparon que a fines de mayo se publicará el informe completo con los resultados nacionales, junto con los informes referidos a cada provincia. Al ser una prueba muestral, no habrá informes por escuela. Este año, además, los estudiantes de tercer grado serán evaluados en lectura y en otras áreas en las pruebas regionales ERCE, organizadas por Unesco.
Al presentar algunos datos que surgen de los “cuestionarios complementarios”, las funcionarias señalaron la importancia de que los estudiantes tengan acceso a libros. Destacaron que los alumnos de escuelas estatales tienen en promedio menos libros en sus casas que los de escuelas privadas, pero hacen un uso más intensivo de las bibliotecas escolares (con mayor frecuencia en el uso de libros en el aula y en el préstamo domiciliario).
Con respecto a la distribución nacional de libros a las escuelas, que se interrumpió el año pasado poco antes del lanzamiento del plan de alfabetización, fuentes oficiales aseguraron que esta semana se aprobó la orden de compra para que la Secretaría de Educación retome esa política.