Un acuerdo con cuatro características históricas

El acuerdo de facilidades extendidas anunciado tiene algunos hitos destacables: no habrá reformas estructurales; se mantendrá el cepo y la política cambiaria para evitar una devaluación; continuarán los acuerdos de precios; y el ajuste fiscal tendrá, hasta las elecciones de 2023, el ritmo que buscaba el Gobierno

 

 

 

El nuevo acuerdo de facilidades extendidas con el FMI tiene algunos puntos históricos y que lo diferencian del resto. Por caso, según lo relatado por el ministro de Economía, Martín Guzmán, el Gobierno logró que se respete, hasta las elecciones del 2023, el ritmo de ajuste fiscal al que venía apuntando en las negociaciones; no habrá un cambio de política que fuerce una devaluación del tipo de cambio; no habrán ajustes estructurales sobre jubilaciones, privatización de empresas públicas ni reforma laboral; se encarará a la inflación desde un ajuste monetario fuerte pero también desde los acuerdos de precios.

Guzmán anunció un programa de facilidades extendidas, que empezará a generar desembolsos desde el FMI, en DEG, por alrededor de USD44.500 millones, la misma cantidad que recibió el país a través del stand by firmado por el gobierno de Cambiemos. Ese dinero se usará para pagar los vencimientos que mes a mes deberá ir enfrentando el Gobierno. Además, el FMI devolverá los DEG que se usaron para pagar los vencimientos ya ocurridos en septiembre, diciembre y el de hoy, enero.

El país empezará a repagar los nuevos envíos del FMI, que durarán dos años y medio, a partir de los cuatro años y medio desde que el acuerdo se haga realidad. Y continuará pagando hasta diez años después. Es decir, habrá un acuerdo de políticas públicas que durará dos años y medio, a cambio de desembolsos trimestrales por USD44.500 millones en total, aproximadamente hasta 2024. Luego, a partir de 2026, aproximadamente, se comenzará a repagar la nueva deuda, hasta alrededor de 2036.

Los detalles de todas las políticas, incluyendo la cambiaria, la energética, la fiscal en general, y la monetaria se terminarán de conocer cuando estén los memorando. Lo que está claro es que las revisiones trimestrales tendrán al país a tiro de default durante la duración del acuerdo.

 

Nuevo acuerdo sin reformas estructurales

El economista del CESO, Nicolás Pertierra, afirmó: “Faltan los memorando. Ahí van a haber más detalles y habrá que concentrarse en la política cambiaria y energética. Falta mucho. A las revisiones hay que cumplirlas y vas a estar al borde del default, dependiendo de las revisiones para cancelar los pagos porque vas a depender de esos recursos”.

Y agregó: “En términos de lo que es un acuerdo con el Fondo, que no haya reformas estructurales es la primera vez que se ve en un acuerdo de facilidades extendidas. No hay nada de eso. Respecto al tema cambiario, depende de lo que haga el Gobierno. A Macri no le sirvió de nada tener un acuerdo. La situación cambiaria dependerá de lo que haga el Gobierno, independientemente de lo que pase con el FMI”.

 

Las claves del anuncio

El acuerdo anunciado por Guzmán se dividió en cuatro claves: por un lado, la política fiscal, en segundo término, la monetaria y financiera; en tercer lugar, la inflacionaria; y en cuarto la cambiaria. Sumado a la no existencia de ajustes estructurales en jubilaciones, empresas públicas y reforma laboral, en los cuatro puntos se observaron características extraordinarias.

En cuanto a lo fiscal, la discusión previa venía siendo la velocidad del sendero a través del cuál se ajustaba para llegar a déficit 0%. El FMI apuntaba a recortes de 1 punto del déficit fiscal por año. El Gobierno a uno de 0,6 punto por año. Así, mientras el Fondo buscaba el déficit 0% en 2024, el Gobierno pretendía que llegara en 2027. El logro en la negociación fue que hasta las elecciones presidenciales de 2023 el camino será el que buscaba el Gobierno. Es decir, con el 3% de rojo primario del 2021 como punto de partida, habrá un ajuste de 0,5 punto en 2022 y se intentará llegar a uno de 2,5%; luego, será de 0,6 punto en 2023 y se intentará quedar en 1,9%; en 2024, pasada la contienda electoral, se apretará el acelerador al ritmo del FMI: en 2024 se achicará la brecha fiscal en 1 punto, para llegar al 0,9%.

En cuanto a lo monetario, el sendero hasta llegar a la emisión 0% para abastecer de pesos al Tesoro, que irá de todas formas de la mano con el ajuste fiscal, será mucho más rápido, lo que genera preguntas sobre una potencial inconsistencia: partiendo del 3,7% del PBI que se emitió en 2021, se buscará bajar en forma abrupta al 1% en 2022 y a 0,6% en 2023, para llegar al 0% en 2024.

Para eso, el Gobierno deberá buscar que la encargada de captar pesos sobrantes sea la Secretaría de Finanzas. Por ahora, logró mejorar su performance, y durante enero logró un financiamiento de sus vencimientos de 137%. Sin embargo, sigue lejos de evitar que la maquinita funcione a toda velocidad, tal como muestra el 3,7% del PBI al que se refirió Guzmán en la presentación del acuerdo.

 

Inflación y precios

En cuanto a lo inflacionario, el Fondo había planteado como antecedente el fracaso en domar a los precios por parte del stand by firmado con Cambiemos. Aquel acuerdo se había planteado como única política el ajuste fiscal y monetario a 0%. En 2019, cuando se logró ese doble hito (con ajustes estacionales para lo monetario en julio y diciembre), la inflación marcó un récord histórico de 53,8%, que el FMI reconoció en su informe reciente.

Por eso, Guzmán destacó que una de las claves serán los acuerdos de precios e ingresos. Pero, además, se buscará una tasa de interés positiva, lo que habrá que seguir para ver si en las próximas semanas se observa una suba. También se apuntará a incrementar las exportaciones para evitar una devaluación: el Gobierno apunta a acumular USD5.000 millones de reservas al año, algo que parece difícil de lograr si se toma en cuenta lo ocurrido en 2021, cuando el superávit comercial fue de USD14.500 millones y las reservas se mantuvieron virtualmente estancadas.

 

Sin devaluación

En cuanto a lo cambiario, habrá que mirar la letra chica. El anuncio es que no habrá devaluación y en los pasillos el equipo económico repite lo mismo en off: no se convalidará una suba del tipo de cambio. Durante el 2018 el discurso apuntaba a lo mismo pero las políticas impuestas por el FMI terminaron forzando una continuidad del salto del precio del dólar. Para el nuevo acuerdo, afirmó Guzmán, no habrá cambios de política cambiaria. Continuará el cepo cambiario tal como hasta ahora.

El investigador de la Fundación para el Desarrollo Urbano Sustentable (Fundus), Hernán Herrera, señaló: “Aunque no haya pedido político de salto devaluatorio, el salto te lo puede dar el mercado en cualquier momento si no tenes orden externo. Un acuerdo no se festeja pero era necesario para despejar el horizonte cambiario. Pero con el FMI solo no alcanza. El acuerdo parece políticamente bueno, no hay presiones estructurales. Pero las seguirá habiendo internamente. Lo que hace falta son dólares para crecer y mejorar el salario, con o sin déficit fiscal. Si se cumple el ingreso de 0,9% del PBI por parte de otros organismos internacionales, se trata de una buena noticia”.

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