El búnker de Juntos por el Cambio pasó de la expectativa a la frustración
Los cinco puntos de diferencia que esperaban estar abajo se transformaron con el correr de las horas en una contundente derrota por casi 15 puntos. Antes de que se publicaran los resultados oficiales de las PASO, el propio presidente Mauricio Macri se subió al escenario del búnker de la alianza Juntos por el Cambio en el Complejo de Costa Salguero a asumir que había perdido los comicios ante el candidato del Frente de Todos, Alberto Fernández.
La música y las pantallas estuvieron encendidas desde temprano en el Pabellón II. Cerca de las 16.15 hubo un breve corte de luz, que algunos leyeron como un mal presagio. A diferencia de otras elecciones, el gran salón estaba casi vacío. Los funcionarios eligieron no entremezclarse con la prensa como en otras oportunidades, a excepción de alguno que otro, que prefería omitir números. Los principales referentes de la campaña de Juntos por el Cambio se mostraron pasadas las 19 en una conferencia de prensa. “Creemos que hemos hecho una muy buena elección. Estamos muy conformes con los resultados preliminares que estamos viendo”, dijo el jefe de Gabinete y responsable a nivel nacional, Marcos Peña, junto a los estrategas de Ciudad y provincia, Eduardo Macchiavelli y Federico Salvai, respectivamente.
Aun así, Peña preparó el terreno para los números que aparecieron más tarde: “En 2015, de la PASO a las generales crecimos 2 millones de votos a nivel nacional, que vinieron de gente que no había votado en las primarias”. Ni siquiera ese optimismo forzado lograría apaciguar la desazón que vino luego.
El jefe de Gabinete de la gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal, fue un poco más cauteloso, a tal punto que en ningún momento se refirió a los resultados. “Creemos que ha aumentado la participación en comparación con 2015”, se limitó a señalar Salvai, quien ya intuía que el triunfo del kirchnerismo en la provincia de Buenos Aires había sido contundente. Finalmente, la candidata del oficialismo obtuvo el 32 por ciento de los votos frente al 49 por ciento que logró el postulante opositor, Axel Kicillof.
Poco después del cierre de los comicios, en el equipo comunicacional del ex Cambiemos admitían que los resultados no les eran favorables. “A nivel nacional estamos 5 puntos abajo”, repetían en el macrismo. De a poco, empezaron a llegar militantes, que detrás de vallas escuchaban las declaraciones de los candidatos a través de pantallas gigantes. Para ese entonces, uno de los pocos que exhibía entusiasmo, por fuera del promedio, era el afamado “Mago sin dientes”. A las 21, la música tomó fuerza y algún que otro vocero se ilusionaba con revertir en las elecciones generales cualquier porcentaje adverso que dejaran las PASO. No paso mucho para darse cuenta que ni la eventual transferencia de votos que podrían recibir de otros candidatos, ni la posibilidad de elevar el porcentaje de participación de votantes, que ayer fue del 75%, cambiaría el rumbo de la elección.
En medio del retraso de la publicación de los resultados provisionales, a pesar que en el oficialismo habían asegurado que estarían a partir de las 21, el jefe de Gobierno de la Ciudad, Horacio Rodríguez Larreta, transformó sobre el escenario la elección nacional en una elección porteña. Festejó el 46 por ciento de los votos que obtuvo, aun cuando no le alcanza para eludir la instancia de balotaje. “Juntos estamos haciendo la mayor transformación de la Ciudad y le está cambiando la vida a la gente para siempre”, soltó el mandatario, junto a los candidatos con los que compartió la lista. La respuesta fue apenas un debilucho “Sí, se puede”.
“Fernández nos lleva una ventaja de más de 10 puntos”, aseguró un funcionario, advirtiendo lo que vendría. “Hemos tenido una mala elección. Tenemos que redoblar los esfuerzo para que en octubre continuemos con el cambio”, dijo el jefe de Estado desde el escenario, rodeado de su vice, Gabriela Michetti; su compañero de fórmula, Miguel Ángel Pichetto; Vidal; Rodríguez Larreta; el vicejefe de la Ciudad, Diego Santilli; la líder de la Coalición Cívica, Elisa Carrió; y Peña; mientras los dirigentes del radicalismo fueron los grandes ausentes. Y agregó: “Me duele que hoy no hayamos tenido todo el apoyo que esperábamos”.
Unos minutos después de que todos se retiraron de las tablas, Carrió se subió de sopetón y con micrófono en mano se salió del libreto oficial: “Nunca le prometimos un camino fácil, el camino a la libertad nunca es fácil y la mayoría se siente más cómodo con los autoritarios y los faraones. Eso le pasó al pueblo de Israel cuando en medio del camino quería volver a Egipto. No vamos a volver a Egipto, vamos a ir a la Argentina republicana”.
“Vamos a hacer todo lo que esté a nuestro alcance para mejorar y revertir esta situación”, agregó Macri, notablemente apesadumbrado, en una conferencia de prensa. Sin embargo, ratificó el rumbo económico de su gobierno y sostuvo que “a partir de mañana (por hoy) todos tenemos que ser responsables. El Gobierno hace su parte, pero va a ser muy importante ver cómo los dirigentes que han tenido su respaldo explican y se suman a contener y demostrar que la Argentina es un lugar en el cual se puede apostar”.
Algo inédito en la seguidilla de elecciones del macrismo primero y de la coalición integrada por PRO, la UCR y la Coalición Cívica después, antes de la medianoche no quedaba nadie en el búnker. En un lugar contiguo, sólo los principales referentes de ese espacio debatían el día después.