Carlos Wizard Martins quizá no sea una de esas personas que aparecen en todos los medios de comunicación y permanezca en el inconsciente popular de muchos, pero es uno de los empresarios más ricos de Brasil, quien ahora se mudó a la frontera con Venezuela para recibir refugiados junto con una iglesia evangélica que trabaja con voluntarios en varios estados
El poderoso hombre brasileño asegura que “a veces arriba una familia venezolana con el padre, la madre y tres hijos con una bolsa plástica con 5 kilos de peso, y cuando los veo pienso cómo es posible que la vida de toda una familia se reduzca a esa bolsa”. Con esa empatía por los otros, Wizard ingresó a la lista de los millonarios de Forbes en 2018 cuando su fortuna era de 2.400 millones de reales, es decir, casi unos 750 millones dólares.
Con 62 años, el empresario forma parte de la Iglesia de Jesús de los Santos de los Últimos Días junto a la cual lleva adelante este programa de ayuda de ayuda a los compatriotas latinos, y remarca que “a veces la gente me dice que en Brasil también hay pobres pero yo digo que no se puede comparar a una persona que vive en estado de pobreza en Brasil con un refugiado que no tiene a quién recurrir”.
Asimismo, el evangélico siempre sigue de cerca la situación de los inmigrantes y asevera que el número de quienes llegan a Brasil cada día pasó de 500 a 1.000, precisamente luego de que Nicolás Maduro reabriera la frontera tras tres meses de bloqueo. Incluso, el millonario se instaló en Roraima, que es el estado por donde ingresan los inmigrantes- porque las autoridades solicitaron socorro al gobierno nacional del presidente Jair Bolsoanaro debido a los escasos recursos con que cuentan para socorrer a los migrantes.
Más allá de su fortuna personal, el programa del empresario y la Iglesia de los Últimos Días cuenta con la colaboración del gobierno federal para poder proveer de comida, transporte y alojamiento a todas las familias que son recepcionadas por las distintas Iglesias que luego les tratan de conseguir empleo en distintas ciudades de Brasil.
Sin combustible
En tanto, tal como informó El Intransigente, las mayores reservas petroleras no son suficientes para el régimen de Nicolás Maduro. Venezuela vive una crisis humanitaria. “Son 7 millones de vidas de riesgo”, ha reiterado el presidente reconocido por 54 países, Juan Guaidó. A las fallas de electricidad, la escasez de alimentos y medicinas se suma el déficit de combustible.
El diputado de oposición y economista José Guerra explicó que Petróleos de Venezuela solo refina 100.000 barriles de crudo diarios, cuando tiene la capacidad para 1 millón. El exilio de mano de obra calificada y el deterioro en las instalaciones por falta de inversión son algunas consecuencias del colapso de esa empresa estatal que en otrora fue la quinta del mundo.
“El Complejo Refinador Paraguaná (centro occidente de Venezuela) debería destilar 900.000 barriles diarios; las refinerías El Palito (centro) 150.000 y Puerto La Cruz (oriente) 100.000. Pero se refinan apenas 100.000 en toda la industria. De allí la escasez (de combustible)”, publicó el diputado en su cuenta Twitter.
El decadente parque automotor venezolano no cuenta con un mercado de importación de repuestos para sustituir piezas esenciales como neumáticos y motores. El transporte público es escaso porque las unidades están paralizadas. Ahora los conductores de los automóviles particulares se tienen que enfrentar a largas filas en los pocos centros de abastecimiento para poder cargar combustible.