En el 2018 la contracción total fue de 5,6%, la peor performance registrada desde el 2009
El universo productivo sigue cediendo espacios ante la lógica de la especulación financiera: en diciembre la inversión productiva cayó 19,2% interanual e hiló un cierre del año negro, que sólo encuentra comparación en los números que dejó la crisis mundial causada por la burbuja de las subprime y el desplome de Lehman Brothers. El dato fue la contracara del celebrado superávit comercial registrado en el último mes del año. Así, el 2018 terminó con una contracción acumulada de 5,6% para la inversión productiva.
Además, la crisis se cobró una nueva víctima: el mito de que una economía debe consumir menos para que se invierta más. Con un cuarto trimestre cayendo 8% interanual en el consumo privado (ver página 3), la inversión siguió hundiéndose en las profundidades. El carry trade, con un escenario ya conocido de dólar estable y tasas por las nubes, vive un nuevo momento de auge a la par que la compra de maquinarias sufre.
Los datos de la inversión fueron publicados ayer por la consultora Orlando Ferreres y Asociados, que destacó: “La volatilidad del tipo de cambio, las elevadas tasas, la falta de acceso al crédito productivo, la aceleración de la inflación, el derrumbe de la demanda interna, y hasta la incertidumbre política y la caída de la confianza en el Gobierno se conjugaron de manera de desalentar inversiones y volver muy cautos a los agentes económicos”.
Ahí una trampa, para muchos autoinfligida al provocar el ingreso en la crisis por balanza de pagos del año pasado, que enfrenta el Gobierno y que fue el centro de las discusiones después de que el vicepresidente del BCRA, Gustavo Cañonero, dijera que el crédito productivo no se podía reactivar hasta que no hubiera mejora del PBI: hoy, si baja la tasa, la inversión se resiente ante la potencial devaluación (ver página 5 para observar lo que ocurrió ayer en esa línea) y si la deja alta la inversión se resiente porque no hay crédito productivo.
La idea ortodoxa es que para que haya inversión tiene que caer el consumo. Ahí la caída del salario real es clave porque el ingreso se redistribuye hacia los sectores más fuertes, que tienen más capacidad de ahorro y por ende de invertir. La que mete la cola ahí la tasa interés altísima y la caída del consumo, que no permite garantizar un mercado para lo que produzcan las nuevas inversiones. Por eso la capacidad instalada cerró noviembre al 63,3%. Como no hay demanda, las empresas apagan maquinarias y se alejan más de la idea de comprar nuevas.
El economista Estanislao Malic opinó al respecto: “La inversión ni siquiera necesita ahorro, lo que necesita es un banco que preste plata en lugar de invertir en Leliq. O le puede pedir ese dinero al BCRA. Los bancos pueden crear dinero. Hoy cuando una pyme me pregunta por qué no hay crédito productivo subsidiado la respuesta que le doy es que el Banco Central justamente lo que quiere es que no saquen crédito para que la actividad siga frenada. Hoy lo que busca el Gobierno es frenar la inversión”.
La fuerte baja de la inversión en diciembre era esperable. El dato de las importaciones publicado por el Indec para ese mismo mes dejaba ver importantes caídas tanto para las compras externas que se realizan para consumo como para inversión. El total se contrajo 27,1% y las de bienes capital 30,2%. A la par, la salida de dólares por los intereses de la deuda externa creció 25,5% interanual también en diciembre y la fuga, si bien cayó en la comparación interanual, mostró resiliencia y duplicó los niveles de noviembre.
Acerca de esos datos, una obvia lectura salta a la vista y deja entrever que la lógica financiera le gana espacios a la productiva: los dólares que se ahorran para comprar maquinarias se gastan en fuga y deuda externa.
En cuanto al desempeño de cada componente de la inversión, Ferreres destacó que Maquinaria y equipos cayeron nada menos que 28,1% interanual en diciembre y 10,7% en la totalidad del 2018. La construcción se contrajo 7,5% en diciembre y tuvo variación nula en el acumulado.