El documento final del Sínodo: abusos y migración

No estuvo ausente, naturalmente, el tema de los abusos sexuales, que recorrió el Sínodo desde el inicio

 

 

 

 

La migración forzosa y el respeto de las orientaciones sexuales así como los abusos figuran entre los temas de los debates y del documento de cierre en preparación de la XV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de Obispos centrada en jóvenes, fe y discernimiento vocacional.

 

El Sínodo, en curso en el Vaticano desde el 3 de octubre, concluyó la discusión sobre la tercera parte del Instrumentum Laboris y se apresta en esta última semana de deliberaciones a tratar y votar, el sábado próximo, el documento conclusivo, antes de la gran misa de cierre del 28 de octubre.

 

“Especial atención y acompañamiento requieren las personas con orientación homosexual”, dice la frase contenida en la relación del Círculo Menor “Italicus B” en el Sínodo, cuyo moderador es el cardenal Fernando Filoni, Prefecto de Propaganda Fide, y su relator, monseñor Bruno Forte, arzobispo de Chieti-Vasto, que forman parte de la Comisión para la redacción del documento final. El tema homosexualidad fue tratado a muchos niveles durante los trabajos con el objetivo de “que se dijera algo que fuera inclusivo para todos”, explicó hoy el cardenal de Chicago, Blase Cupich.

 

“La Iglesia debe acoger a todos, hacerlos sentir en su propia casa, nadie marginado: todos son bienvenidos”, dijo el cardenal John Ribat, arzobispo de Port Moresby, Papua-Nueva Guinea, “y en el texto final debe figurar esto: dar la bienvenida a todos, no excluír a nadie”. “Discutimos la cuestión de los católicos que experimentan atracción por el mismo sexo o disforia de género. Proponemos una sección separada para este problema y que el objetivo principal de la misma sea el acompañamiento pastoral de estas personas, que siga las líneas de la sección pertinente del Catecismo de la Iglesia Católica”, dice la relación del Círculo Menor “Anglicus B”, el mismo del cardenal Cupich.

 

Otro tema difusamente tratado fue el de los jóvenes obligados a migrar: “También la migración debe ser tratada de manera más completa. Escuchamos en el aula que éste es un problema significativo”, dijeron en el “Anglicus B”. “Las cuatro palabras usadas por el Papa Francisco podrían ser muy útiles: acoger, proteger, promover e integrar a migrantes y refugiados. Existe también la necesidad de promover el derecho a permanecer en las tierras de origen”, esto último señalado por muchos padres sinodales, en especial africanos, prosiguieron.

 

“Debería existir un derecho reconocido, esto es reconocer que las personas no quieren mudarse, ser arrancadas de sus raíces, terminar expatriadas en tierras y culturas distintas de las suyas”, explicó monseñor Cupich. “Muchos terminan perdidos en medio de la nada y tal vez mueren. Se puede hacer algo por ellos? Esto atañe al tema de la pobreza y a que los jóvenes sean ayudados a no dejar sus países, a través del trabajo y la disponibilidad de recursos y de elección”, argumentó monseñor Ribat.

 

No estuvo ausente, naturalmente, el tema de los abusos sexuales, que recorrió el Sínodo desde el inicio, aunque mucho se pospuso para la convocatoria especial programada para febrero del año próximo en el Vaticano de los presidentes de todas las Conferencias Episcopales, pedida por el Papa Francisco. “Los jóvenes quieren que se llegue a las personas heridas, que nadie quede exento de responsabilidades, mientras que, por su parte, la cultura del clero gozó de privilegios y poderes tales como para seguir adelante sin ser molestados. Debemos ser honestos y transparentes de modo de ser creíbles para los jóvenes. Este tema tiene que ser tratado de una manera muy directa, por eso después los presidentes (de las Conferencia Episcopales) volverán en febrero”, destacó monseñor Cupich.

 

“Estoy muy confiado de que se producirán resultados. Estoy listo para dejar mi autoridad y mis derechos si existieran acusaciones en mi contra, y todos los obispos deberían hacer lo mismo. Hay mucha rabia por los abusos, rabia que esconde tristeza: la gente quiere que la Iglesia obre de modo justo y transparente”, concluyó el cardenal de Chicago.

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