El director presenta “La noche de 12 años” en San Sebastián
Una película “no puede arreglar las cuentas pendientes que un país no puede arreglar”, dijo el cineasta uruguayo Alvaro Brechner, que presentó en el festival de cine de San Sebastián “La noche de 12 años”, sobre el cautiverio José Mujica y otros dos ex guerrilleros tupamaros durante la dictadura.
El cine, consideró Brechner, “no tiene una función utilitaria, tiene que ser gratuito, el hecho de recordar no ajusta cuentas. Yo en esta película lo que quise fue explorar la condición humana”. Estrenada en la pasada Mostra de Venecia se ha convertido en la película más vista en Uruguay desde su estreno el pasado jueves, y en San Sebastián compite en la sección Horizontes Latinos.
La cinta muestra las torturas y vejaciones que padecieron en la cárcel Mujica, Mauricio Ronsencof y Eleuterio Fernández.
Los tres, interpretados por Antonio de la Torre, Alfonso Tort y el Chino Darín, fueron sometidos a una nueva forma de tortura que, según la orden militar, decía: “Como no pudimos matarles, vamos a volverles locos”, para lo que les tuvieron aislados de los otros presos durante 12 años. Se demuestra que “la resistencia y la dignidad moral y espiritual nunca deben ser subestimadas. Ante circunstancias tan extremas, la libertad interior del individuo permanece siempre y cuando exista mucha fuerza interior. El ser humano es capaz de atrocidades y también de milagros”, añadió Brechner.
El cineasta, de 42 años, citó a Jean-Paul Sartre: “Cada hombre es lo que hace con lo que hicieron de él”.
Esta es la tercera película de Brechner después de “Mal día para pescar” y “Mr. Kaplan”.
Horizontes Latinos fue inaugurada por la película paraguaya “Las herederas”, de Marcelo Martinessi, tras conseguir dos Osos de Plata en el pasado festival de Berlín, y que narra el deterioro de la relación de una pareja formada por dos mujeres, que además se enfrentan a un desahucio.
Martinessi, que considera difícil cambiar los esquemas en su país, siente no obstante que la película “empezó a mover las fibras internas de la sociedad para que cambie”, dijo.
“En Paraguay tenemos la idea de que una relación es un encierro. Construimos murallas y nos encerramos. Por su historia de aislamiento no estamos acostumbrados a crear colectivos”, indicó.