Los demás candidatos aún no hacen pie en las encuestas. Mientras que los petistas persistirán en su postura hasta que encuentren alguna alternativa
La bolsa cayó, el dólar subió, la desconfianza del mercado financiero se elevó y las explicaciones fueron, además del deterioro del cuadro económico internacional, la fuerza de un hecho genuinamente brasileño: la indefinición acerca de la sucesión presidencial.
La prisión de Lula no tuvo el poder para poner en movimiento las demás candidaturas, aún. Una vez inmovilizado el candidato que ocupa el primer lugar en las encuestas, la expectativa era que hubiese un movimiento mayor en torno de las candidaturas. El mundo giró pero, por ahora, en torno a su propio eje.
El PT mantuvo la postulación de Lula, a pesar de la prisión, y no dio espacio al inicio de trabajo con su sustituto y sucesor. Lula también mostró que no está con mucha voluntad de indicar su sustituto.
Ese mismo sábado, la candidata Marina Silva se lanzó oficialmente -con un sentido de la inoportunidad impar-, y no consiguió siquiera hacer un realizar un acto capaz de llevarla a participar de los debates en la televisión. Así es difícil crecer más allá de los índices actuales.
Ciro Gomes, el más citado como opción alternativa del PSB y del PT, cuenta con el potencial de crecimiento más grande entre todos, pero necesita un buen empujón. Si recibiera apoyo del PT, o incluso del PSB, lograrían darle impulso. Estos apoyos podrían atraer a otros y hacer su candidatura sea más viable.
Geraldo Alckmin no realiza presentaciones, aun cuando sus índices están estacionados en las encuestas desde hace mucho. Y ahora tratan de asustarlo diciendo que Joao Doria será nuevamente candidato a presidente y no a gobernador. Dicen que Doria estaría esperando los avances de las investigaciones en el Lava-Jato para reaparecer con todo como candidato presidencial del PSDB.
Si hubiera un grupo importante de aliados, políticamente consistente para la gobernabilidad, al lado de Alckmin, sus posibilidades podrían mejorar, pero esa articulación ya fue impedida por Rodrigo Maia, que se lanzó candidato para tener mejores condiciones de negociación. Resultado: Alckmin se quedó y todavía está aislado. Rodrigo también. Incluso Jair Bolsonaro alcanzó un punto alto en la escala, pero también se detuvo.
Y mientras el PT no encuentre otra solución continuará diciendo que el candidato es Lula. Los petistas bahianos desaparecieron, dejaron la pelea nacional para cuidar de la reelección de Rui Costa y Fernando Haddad no da señas de avanzar.
El PT paraliza al electorado de Lula mientras gana tiempo para ver que hace.
El elector ve una oferta poco definida, y está desconfiado. Serán necesarios hechos nuevos para cambiar las encuestas y moverlas en otra dirección.