Los sindicatos convocaron a un movimiento de huelgas intermitentes, a razón de dos días por semana, que debe durar en principio tres meses
Francia vivió este miércoles su segunda jornada consecutiva de huelga en la empresa pública de ferrocarriles, un movimiento masivo que afectaba a millones de usuarios y que supone un desafío para el programa reformista del presidente Emmanuel Macron.
Apenas uno de cada siete trenes de alta velocidad (TGV) y uno de cada cinco trenes regionales operaban este miércoles, según las previsiones de la dirección de la empresa ferroviaria estatal (SNCF).
Los sindicatos convocaron a un movimiento de huelgas intermitentes, a razón de dos días por semana, que debe durar en principio tres meses.
El martes, en la primera jornada de huelgas, solo circuló un TGV de cada ocho y un tren regional de cada cinco, por lo que muchos franceses optaron por trabajar desde su casa.
La huelga provocaba también enormes atascos alrededor de las principales ciudades del país.
El miércoles, hacia las 05H30 GMT se contabilizaban embotellamientos de 350 kilómetros en la región parisina, es decir el doble de lo habitual.
La facultad de Letras de la Universidad Sorbonne estaba cerrada el miércoles debido a un bloqueo de estudiantes, un movimiento que se ha tomado ya varias universidades en Toulouse, Burdeos y Rouen.
El personal de Air France, los recolectores de basura y algunos trabajadores del sector energéticos también organizaron huelgas separadas el martes en una creciente atmósfera de descontento contra las reformas del gobierno.
Los analistas estiman que el pulso con el sector ferroviario podría ser un momento peligroso para Macron si la opinión pública se pone del lado de los huelguistas.
“La hierba está seca y no hace falta gran cosa para que arda”, vaticinó Jean-Claud Mailly, jefe del sindicato Force Ouvriere.