Los trabajadores de la empresa estatal Arsat, encargada del diseño y la fabricación de ocho satélites de comunicaciones según lo enmarcado por la Ley 27.208, denunciaron mediante un comunicado que “la suspensión de la fabricación en Invap del tercer satélite de la flota de Arsat, así como la parálisis total en la investigación por parte del Ministerio de Ciencia y Tecnología para mejorar la eficiencia de los satélites geoestacionarios futuros”, constituyen “un atentado a la industria satelital nacional”. En sentido contrario, reclamaron “la continuidad en la inversión, en los desarrollos de ingeniería, en la comercialización de servicios. En la búsqueda de posiciones orbitales, en las relaciones internacionales”
Fuentes directas alertaron “sobre los rumbos que está tomando la empresa” luego del período 2016 en que estuvo prácticamente “parada” manteniéndose del “caudal de inversiones aportados por contratos firmados el año anterior”.
Los trabajadores evalúan con preocupación que Arsat ” viene sufriendo de una parálisis que afecta a empresas proveedoras de alto valor agregado, que incluso cerraron, asestándole un golpe a la industria satelital nacional”.
Si bien de parte de las autoridades asumidas con el cambio de gobierno se busca hacer hincapié en la extensión de la red de fibra óptica para la provisión de internet a todo el país, las críticas señalan que “la empresa como tal está desarticulada y sin inversión del Estado”.
Respecto al Arsat-2, lanzado en noviembre de 2014, precisan que “se vendió el 70% a un precio de mercado inferior y por un período de 18 meses, hasta que los clientes tengan sus propios satélites”.
En ese punto, se suma la autorización operativa de satélites extranjeros en el espacio exclusivo argentino, sin existir una contraprestación.
“Argentina tiene pisada por convenio en Canadá, los Estados Unidos y desde México hasta Tierra del Fuego, lo que no incluye satélites europeos como los que están prestando servicios”.
En ese sentido, la cesión de soberanía, “trae aparejado ceder a las leyes de mercado frente a jugadores con muchísimo peso y tradición en el rubro aeroespacial, que pueden reducir, aumentar, imponer el precio”, advierten.
A partir del presupuesto obtenido desde el Fondo Universal de las Telecomunicaciones que aportan las empresas prestadoras de servicios en el país, Arsat se concentró en el despliegue de fibra óptica, “que no genera dividendos, excepto la facturación de algunas cooperativas del interior del país”, señalaron las mismas fuentes a BAE Negocios.
Aunque no se trata de deslindar el “aspecto social” que cumple la red, también manifiestan que no hay servicios nuevos, es un cambio de etiqueta” y en cambio, se relega la continuidad del proyecto satelital que “asegura la alta facturación a la empresa”.
Por otra parte, “hay que tener en cuenta que la vida útil de un satélite es de 15 años y en ese tiempo, Arsat puede sufrir una muerte lenta sino activa su desarrollo en el área tecnológico y de investigación”, apuntan.
El 30 de septiembre de 2015 fue lanzado al espacio el segundo satélite geoestacionario argentino de comunicaciones, Arsat-2. Ese mismo día, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner anunció el envío al Congreso de la Nación de la Ley 27.208 de Desarrollo de la Industria Satelital, a través de la cual se aprobaría el Plan Satelital Geoestacionario Argentino 2015-2035. El mismo contemplaba el diseño y fabricación de ocho satélites, algunos de empleo en las órbitas asignadas por las autoridades globales competentes, que reemplazarían a los primeros Arsat tras el cumplimiento de su vida útil y otras para su venta a clientes extranjeros. Actualmente, se encuentra discontinuado y sin fecha prevista de reanudación.