Beatriz Mirkin no forma parte de la mesa chica que lleva adelante la estrategia del sector que busca aprobar el proyecto de legalización del aborto, sin embargo en los últimos días se convirtió en una de las principales defensoras de la iniciativa que impulsa el Poder Ejecutivo nacional
Beatriz Mirkin se convirtió en una de las principales defensoras del proyecto de legalización del aborto en el Senado, aun cuando no está sentada a la mesa chica de quienes definen la estrategia de los “verdes”. Tampoco forma parte del grupo de las legisladoras preferidas de la presidenta del Senado, Cristina Fernández. Con una larga trayectoria como militante, en la izquierda nacional primero y en el peronismo después; la senadora tucumana se mantuvo leal a José Alperovich, denunciado por abuso sexual, luego de haberlo acompañado como ministra de Desarrollo Social durante sus dos últimos mandatos como gobernador de Tucumán. Pragmática y frontal al hablar, supo esquivar esa contradicción y mantener en pie las reivindicaciones por los derechos de las mujeres, como el de la Interrupción Voluntaria del Embarazo, en una “provincia próvida”.
“La Bety”, como la conocen en Tucumán, incursionó en la política desde muy joven. A los 14 años tuvo su primera experiencia como vicepresidenta del centro de estudiantes de la Escuela Sarmiento. Su padre, Natalio Mirkin, era militante del Partido Comunista y fue presidente del Club Atlético San Martín. Ella rompió con la tradición familiar y se sumó al Frente de Izquierda Popular (FIP), encabezado por Jorge Abelardo Ramos. Desde allí, en 1983, fundó el Sindicato de Amas de Casa, que preside hoy su amiga Pimpi Colombo.
Mirkin militó en la izquierda nacional hasta que se disolvió y en los 90 llegó al peronismo de la mano de Pablo Fontdevila, quien fue secretario general del FIP de Tucumán y hoy es subsecretario del Interior del ministerio del Interior.
Quienes conocen a la senadora tucumana aseguran que con el arribo de Alperovich a la gobernación pasó de ser una “militante ignota” a ocupar un rol central en la gestión. La definen como una “funcionaria eficiente” y “pragmática. “Es una mujer que supo moverse en un mundo de hombres como es Tucumán. Se abrió paso en ese mundo”, dijo a BAE Negocios un importante referente político provincial.
En 2003, se convirtió en secretaria de Políticas Sociales, y a partir de 2007 estuvo al frente del ministerio de Desarrollo Social. Desde allí construyó un buen vínculo con Alicia Kirchner, por ese entonces ministra de esa área a nivel nacional. En 2011, “Bety” obtuvo una banca como diputada, sin embargo luego volvió a su antiguo cargo como ministra. Al mes de haber reasumido, renunció para que el oficialismo alcanzara el quórum en la Cámara baja para tratar el memorándum de entendimiento con Irán por la causa AMIA.
El vínculo con Alperovich se mantuvo en el tiempo, no sólo por ser su primo, sino porque de a poco forjaron una relación de mutua confianza, al punto que el ex mandatario la eligió como su compañera de fórmula en las elecciones a gobernador de 2019. También le provocó sinsabores. Mirkin se llamó a silencio apenas el año pasado el ex mandatario provincial y actual senador fue denunciado por abuso sexual por su sobrina, razón por lo que debió tomarse licencia. La denunciante ejercía funciones laborales en el despacho de la senadora tucumana, a quien también denunció por “encubrimiento agravado”.
“No es delincuente mientras se demuestre lo contrario: en la legislación alguien está en juicio, todavía fíjese no ha sido llamado a declarar. Pero no importa, no voy a defender esa situación”, dijo hace tres semanas la legisladora al opositor Martín Lousteau, quien recordó que el oficialismo tenía un senador denunciado por abuso sexual.
La llegada de Mirkin al Senado fue en 2015, el mismo año en que Mauricio Macri se convertía en presidente. En 2018, tuvo un encendido discurso durante el debate del proyecto de legalización del aborto. “¿Qué somos? ¿Somos vientres las mujeres? ¿O seres humanos con derechos?”, soltó desde el recinto hace dos años. Y cerró: “Quiero saber si salimos de acá sin ley, ¿qué vamos a hacer mañana? ¿Vamos a seguir penalizando a las mujeres cuando llegan a los hospitales con abortos provocados en situación de riesgo y vamos a mandarle primero a la policía antes que a un médico?”.
La semana pasada defendió con el mismo énfasis en el plenario de comisiones la iniciativa de la IVE que envió el presidente Alberto Fernández al Congreso y que cuenta con media sanción de Diputados. “No se lo voy a permitir. Me afecta personalmente lo que usted dijo. Está planteando que quienes estamos a favor de una posición se asimila a eso. ¿Para qué lo utiliza? Soy judía. Se ha pasado ya de la rosca”, soltó Mirkin ante a la médica genetista Graciela Moya, que en su exposición había asociado el proyecto de la legalización del aborto con el “exterminio nazi”.
Por este tema, la legisladora tucumana tuvo más de un contrapunto con el jefe de su bancada, José Mayans, que encabeza al espacio “celeste”, junto a la otra senadora de Tucumán, la radical Silvia Elías de Pérez. “Yo soy provida. No son las que andan con el feto mostrando el pañuelo celeste. Somos todos provida, por eso, senador Mayans, se me debiera pedir disculpas a mí por lo que dijo la doctora Moya”, le espetó Mirkin a su compañero de bloque, que se encargó de defender a la oradora.
“Por favor dé su opinión, pero no nos diga cómo votar”, la interrumpió Mirkin en otra ocasión a la abogada especializada en Familia Úrsula Basset, quien pidió a los legisladores que no votaran la iniciativa.
A diferencia del resto de las oficialistas “verdes” que llevan adelante la estrategia para reunir los votos y aprobar la ley, como Anabel Fernández Sagasti, Nancy González y Ana Almirón, y del senador Oscar Parrilli, Mirkin, por momentos, batalla sola en una causa colectiva, que reivindica desde que decidió ser parte del movimiento de mujeres. Incluso, cuando Alperovich, todavía como su jefe político, votó en contra de la legalización del aborto en 2018.