El ajuste en los salarios abarató en términos relativos los costos en la construcción
El Indec publicó ayer un indicador clave para comprender la inercia que presionará en los números de inflación de los próximos meses: salió el informe de la variación de precios mayoristas de abril, que pegó un salto de 4,6%, el más alto desde aquel pico extraordinario de septiembre del 2018. Además, los números oficiales mostraron que, a pesar de la fuerte suba del costo de los materiales, construir se hizo relativamente barato, a causa del deterioro de los salarios del sector.
La principal explicación de la aceleración de los mayoristas en abril aparece de la mano de la devaluación de fines de marzo y de la suba de los precios del petróleo.
Mientras los productos primarios treparon 6,5% en total durante abril, el petróleo crudo y el gas pegaron un salto de 10,3%. Sin ir más lejos, ese rubro fue el que más incidencia tuvo en el IPIM durante el mes pasado, al sumar 1,16 puntos.
Con todo, las empresas siguen afrontando precios mayoristas, es decir costos, crecientes y bien por encima del IPC. Eso se traduce en una inflación futura que retrasará la tregua y que se espera que cierre el año por encima del 40%.
De hecho, la interanual del Índice de Precios Internos al por Mayor (IPIM) trepó a 72,6%. Eso es bastante por encima del 55,8% interanual que marcó el IPC Nacional. Esa brecha son márgenes de ganancia que perdieron las empresas. Buscarán, en la medida en que la recesión se lo permita, cerrarla en meses futuros con aumentos de sus precios, que impactarán en los precios al consumidor.
La economista de LCG, Julia Segoviano, reseñó: “La aceleración se explica por la volatilidad cambiaria de fines de marzo que termina impactando en el índice de abril, debido al rezago del traspaso a precios de la devaluación. La aceleración observada en el índice mayorista podría comprometer la desaceleración que registró el IPC en abril”.
Y agregó: “Esperamos que en mayo continúe la tendencia alcista por los eventos de volatilidad de abril. En meses siguientes es probable que desacelere por el bajo nivel de actividad de la economía, pero condicionado a que no existan grandes movimientos en el tipo de cambio”.
La canasta que mide el IPIM está fuertemente influenciada por insumos de las empresas, mayormente transables. Es decir: son más sensibles a las devaluaciones que los del IPC. En particular, durante abril los que saltaron fueron los precios de los productos primarios. Y más aún el precio del petróleo crudo y el gas, tanto por la devaluación como por la suba fuerte que acusó el Brent en lo que va del año.
Los precios mayoristas en general, y las naftas en particular le meten presión a la dinámica de precios. Desde las petroleras locales destacan que el precio de paridad de importación, que se había alcanzado hacia fines de 2018, volvió a quedar lejos. A fines de abril sostenían que el atraso era de 12% o 15% y en los primeros días de mayo hubo subas en torno al 4%. Eso porque la caída del poder adquisitivo no permite ajustes mayores. El “gap” sigue ahí, tal como sucede con los mayoristas en general.
Por otro lado, el Indec publicó el informe del Índice de Costo de la Construcción del Gran Buenos Aires. La suba interanual fue de apenas 40,2%. El número está muy por debajo del 55,8% del IPC de abril, lo que muestra que el sector se abarató. Pero hacia adentro de ese número se perciben dinámicas disímiles: los materiales treparon 61,6% mientras que los costos relacionados con el pago de la mano de obra crecieron apenas 26,6%.